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Cada pueblo tiene el gobierno que merece
El papel que desempeña la sociedad civil puede ser determinante para el buen gobierno de los estados democráticos. O no, eso depende de los ciudadanos.
Se ha dicho, y no es menos cierto, que mientras un partido gobierna, la oposición se ocupa de controlar cómo lo hace. Pero, la oposición no es más que el conjunto partidos que no alcanzaron el poder en las últimas elecciones. Y tal vez alguno de ellos lo haya ostentado antes y espera recuperarlo. Por tanto, la lucha por alcanzar el poder es congénita a los partidos, los cuales representan los intereses de un segmento de la sociedad, y desean imponerlos al resto. Eso, realmente, es inevitable. Como inevitable es que el contrapeso opositor de los gobiernos sea partidista, que significa ser relativo a una parte y no a un todo.
El todo de las sociedades democráticas son los gobernados y la expresión de su acción colectiva. Lo que confiere voz a los ciudadanos y potestad para intervenir en la gestión de los gobernantes es la sociedad civil. Su función reguladora, de árbitro, de vigilante de la sociedad política es un requisito básico de la democracia y está por encima de los partidos. En el poder o en la oposición. “Sin ella, no hay Estado legítimo”, afirma Alain Touraine en su libro ¿Qué es la democracia? Lo contario, es el Estado totalitario, donde la sociedad civil es una marioneta, el eco del Gobierno.
La sociedad civil, según otro autor, el filósofo alemán Jürgen Habermas, tiene dos componentes principales: por un lado, el conjunto de instituciones que definen y defienden los derechos individuales, políticos y sociales de los ciudadanos y que propician su libre asociación, la posibilidad de defenderse de la acción estratégica del poder y del mercado y la viabilidad de la intervención ciudadana en la operación misma del sistema; por otra parte estaría el conjunto de movimientos sociales que continuamente plantean nuevos principios y valores, nuevas demandas sociales, así como vigilar la aplicación efectiva de los derechos ya otorgados.
Se reconoce en estas funciones que la sociedad civil puede ser moderadora del poder y a la vez vivero de los cambios sociales, sin los cuales las sociedades se estancan.
Cuando la sociedad civil deja de intervenir en los asuntos que conciernen a todos los ciudadanos fuera de las estructuras gubernamentales, el bien común está amenazado y la institucionalidad de éstas, reconocida por el Estado de Derecho, se ahoga en la mar de la inactividad o de la indiferencia, que es peor.
Un político español, Rosa Diez, al margen de cualquier juicio sobre ella, ha dicho: "Cuando los ciudadanos dejan de prestar atención por la política llegan a las instituciones políticos que no prestan atención a los ciudadanos, y eso es muy malo para la democracia."
De esto resulta que cualquier comunidad que deje de interponer el poder de la sociedad civil entre la ciudadanía y su gobierno, estará incapacitada de expresarse institucionalmente, para rectificar errores de gestión y los desaciertos gubernamentales en materia social y económica
Es entonces que entra a jugar la frase, anónima, que expresa con mayor claridad las consecuencias: “Cada pueblo tiene el gobierno que merece”.
- Tu eres un ciudadano de esos
hace 4 horas 30 mins - Una persona con educación y
hace 4 horas 32 mins - Gracias por cambiar la
hace 7 horas 6 mins - Se acabó el chiringuito de
hace 17 horas 23 mins - Menos mal. Ya era hora que
hace 20 horas 53 mins - No como vosotros, que sois
hace 1 día 40 mins - Tenemos un nivel educativo
hace 1 día 1 hora - Los militantes del PSOE no
hace 1 día 6 horas - Sigues de coña? o que te
hace 1 día 20 horas - Y? En otras ocasiones
hace 2 días 3 horas
Vamos que es de cajón de madera de pino. Y cada cual tratará de justificarse, y al final
a la abuela nadie la mato y ella sola se murió.
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