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Barcelona, un grito por la paz. NO a la violencia
Iván Parro
Licenciado en Sociología y escritor
Ayer 17 de agosto se cometió en la ciudad de Barcelona, y más concretamente en un extenso tramo de las tan conocidas Ramblas, un infame y execrable atentado contra decenas de personas que pasaban una tarde calurosa de agosto comprando, dando un paseo, mirando los puestos de la calle, charlando, hablando por teléfono, mandando whatsapp o simplemente desconectando de sus diarias obligaciones y/o preocupaciones, personas normales y corrientes todas ellas (como cualquiera de nosotros), con sus pensamientos y sus vidas hechas o a medio hacer, con sus esperanzas y sus sueños, con sus anécdotas y recuerdos presentes y pasados que no tenían ni idea de la tragedia que iban a sufrir cuando una furgoneta de color blanco (y manda narices que sea blanca, precisamente uno de los colores que más se asocian con la paz), circulando con velocidad extrema apareció sin tiempo para la reacción en su camino de una manera asesina y atroz sesgando la vida de varias personas (entre ellas algunos niños) e hiriendo a decenas de ellas que quedaron sentadas, tumbadas o malheridas sobre el asfalto esperando ayuda y socorro, llorando, maldiciendo, en estado de shock, aterradas y nerviosas e impactadas por lo sucedido.
No es la primera vez que el terrorismo fanático y suicida ataca.
Otras ciudades europeas como Niza, Londres, París, Estocolmo o Berlín también sufrieron la detestable y deplorable actuación de asesinos que manejados por mentes y por cuerpos que se creen con un poder superior, con una misión cuestionable, tienen la equivocada idea de que con esos salvajes actos van a conseguir algo, conciencias manipuladas por unas ideas fanáticas y exaltadas que buscan desestabilizar la sociedad con asesinatos tan llamativos y escandalosos como los que han perpetrado en los últimos meses. Pero no hay absolutamente ninguna idea, religión, causa o ideología que justifique tanta violencia y tan malvada. No existe ninguna motivación aceptable para justificar que se mate por el simple hecho de matar. Y este tipo de actos son repulsivos hasta el extremo y totalmente condenables. Mis condolencias y toda mi solidaridad a las familias de los fallecidos y de los heridos. Su dolor en estos momentos es el dolor de tantos otros que estamos totalmente convencidos de que este no es el camino, de que esa no es la forma ni manera de hacer ni de realizar las cosas, que los objetivos, sean cuales sean, sólo se logran si ponemos en práctica el método VERDE: Vida, Educación, Respeto, Diálogo, Entendimiento, en resumen cuando respetamos, protegemos y preservamos la vida por encima de todo y de todos y cuando nos acercamos, nos conocemos, nos entendemos, nos aceptamos y convivimos en paz con los otros. Pero también por otra parte este acto cruel vuelve a ser de nuevo una llamada de atención para que los responsables puedan mantener y promocionar un auténtico y verdadero desarrollo humano y social en tantos lugares abandonados a su suerte, en decenas de regiones y de territorios donde padecen desde hace tiempo los rigores y las consecuencias de la pobreza y del subdesarrollo; lugares en África, en Asia o en América Latina que piden a gritos una mejora en sus condiciones de vida, que sus niños no mueran a causa del hambre, que sus ancianos tengan una vejez digna, que las enfermedades no asolen ni diezmen sus aldeas ni ciudades, es decir, que puedan vivir con una cierta dignidad. Este quizá puede ser un comienzo para que aquellas personas más vulnerables y manipulables a las cuales captan y lavan el cerebro estos grupos asesinos con la esperanza de algo mejor para ellos y para sus familias se lo piensen dos veces antes de caer en sus garras, antes de estar metidos sin quererlo ni ser conscientes de ello en el círculo maldito y vicioso del odio, la violencia, la muerte y la destrucción, el cual debe ser cortado o cercenado de alguna manera para poner fin a tanto dolor, a tanta desolación, a tanto sufrimiento sin sentido en tantos lados…
Por las víctimas ya no podemos hacer nada desgraciadamente sino recordarlas y mantener vivo su recuerdo. Por los heridos facilitar lo máximo y lo mejor posible su pronta recuperación y que se puedan curar de las secuelas de todo tipo que les queden. Pero la lección más importante que debemos sacar de todo ello es que la violencia nunca es la solución, que la violencia sólo genera más violencia, que la muerte sólo atrae más muerte y destrucción, y que para evitar el ojo por ojo para que el mundo no se quede ciego como decía el maestro Gandhi debemos seguir trabajando con mucho más ahínco y dedicación por la paz y por el auténtico y verdadero desarrollo de las personas y de los pueblos. Quizá así la sinrazón terrorista y las muertes deleznables no vuelvan nunca jamás a producirse.
Para terminar me gustaría recordar unas palabras de la novelista y ensayista Mary McCarthy la cual afirmaba que con la violencia olvidamos quiénes somos. Luchemos y hagamos todo lo posible para no olvidar nunca quiénes somos y entonces quizá así desterraremos para siempre esta violencia inútil y descontrolada de nuestro mundo.
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Me uno a las palabras del autor con ese mensaje por el desarrollo de personas y de pueblos y manifiesto mi rechazo a la violencia.
Muy bonito todo pero la realidad es otra. Se sigue matando a gente inocente y nadie para esto. ¿Hasta cuándo seguirá este derramamiento de sangre? ¿Cuando acabará esta locura? Menos palabras y muchos más hechos es lo que hace falta de verdad. O esa es mi opinión.
Un poco de sensatez por favor. ¿Cómo que hacen falta hechos? ¿Matamos o echamos del pais a personas según su religión?Efectivamente lo que han hecho es una salvajada pero no hay que perder el norte. La TV le da mucha importancia pero los atentados terroristas no dejan de ser algo anecdótico (y por supuesto salvaje). Seguro que en Barcelona a lo largo del año mueren más personas atropelladas por conductores borrachos de las que murieron en el atentado, y qué hacemos, ¿Prohibimos el alcohol?
Si ama su vida le recomiendo que se preocupe más por los recortes en sanidad, el uso indiscriminado de glifosato o bisfenol, la delincuencia común, o incluso las cornisas de los edificios de las zonas dónde pasea, le pueden llevar antes a la tumba que un atentado terrorista.
Desde luego que estos hechos son una sinrazón y ójala pudiéramos evitarlos, pero no creo que debamos rebasar los límites de la democracia, en primer lugar porque es lo que quieren, y en segundo lugar porque no serviría de nada.
Pero algo habrá que hacer para que eso no sea lo habitual,no? Es muy bonito lo que dice el autor sobre el método VERDE pero la realidad es otra. Los gobiernos son los principales culpables de todo cuando siguen vendiendo armas a países en guerra. Tenemos que cambiar a los políticos corruptos y asesinos para que la violencia se acabe pero en este mundo donde todo se vende o se compra, donde todo tiene un precio (incluso la vida) hay que demostrar con hechos lo que las palabras no alcanzan o no saben responder, o no?
Gracias por los comentarios a mi reflexión que no quiere ser más que una opinión más dentro de la complejidad de un fenómeno como es el terrorismo salvaje y asesino. Me reafirmo en lo que ya apunté en el texto acerca de la violencia y la necesidad de cambiar estructuras y apostar por un auténtico desarrollo social y humano a través de la educación y el diálogo. Hay que preocuparse por todo porque todo nos influye de una u otra manera pero lo que no debería aceptarse es la utilización de estos actos o cualquier otro con fines propagandísticos o políticos. Efectivamente una de los objetivos que busca este terrorismo es la visibilidad, la publicidad, pero nosotros debemos ser más listos de no caer en ese círculo porque nuestros valores son diferentes. Creo que hay que seguir apostando por la paz y el diálogo. Esa es una vía válida como tantas otras para poner fin o parar esta violencia cruel. Reitero mi agradecimiento a los comentarios. Iván Parro.
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