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19 El claustro de la discordia
Este artículo no pretende sentar cátedra, ni tampoco resolver el enigma del claustro de Palamós, pretende ser una reflexión, un estado de la cuestión sobre un complejo misterio que salió a la palestra informativa hace unos meses cuando el profesor de Historia del Arte de la universidad de Gerona, Gerardo Boto, tras ver un reportaje fotográfico en una revista de diseño, observó atónito cómo en él aparecía, en una finca privada de Mas del Vent, una piscina rodeada de lo que para él era un claustro medieval. Sin embargo, y dado que las fotografías allí expuestas poco podían aportar a sus afirmaciones, solicitó un permiso para poderlo ver in situ. Esto ocurrió en 2010, pero la noticia saltó realmente en el año 2012 al afirmar en junio que no se trataba de un conjunto edificado en el siglo XX, una burda copia, sino que era posible que estuviésemos ante un conjunto original, al menos en parte. Es entonces cuando la Generalitat decide abrir una investigación sobre el caso y los especialistas se dividen en dos bandos: unos avalan la tesis del profesor Boto y otros se colocan en una posición diametralmente contraria, alegando que es, efectivamente, una copia del siglo pasado, una reconstrucción historicista. Algunos, prudentes, deciden declarar que podrían ser originales algunos de sus capiteles, basas y otros elementos, mientras que el resto pertenecerían a una reconstrucción posterior.
Y entre tanto, ¿cómo había llegado ese claustro, que algunos hacían provenir de Castilla por sus inimitables características escultóricas, a Cataluña? El rastro comienza a dejarse entrever en 1931 cuando el anticuario Ignacio Martínez compra el conjunto y comienza a ser montado bajo la dirección del restaurador Julián Ortiz en la Ciudad Lineal, en Madrid. De entonces existen numerosos testimonios y fotografías. Unas décadas más tarde, en 1958, Hans Engelhorn lo recompra y lo traslada a Gerona, a su propiedad privada de Mas del Vent, donde lo vuelve a montar en torno a su piscina, donde lo encuentra el profesor Boto.
Las dudas parecen aclararse en julio de 2012 al declarar los expertos de la Generalitat la autenticidad de algunos de los elementos que conforman el claustro, determinando una cronología que podría remontarse al siglo XII para algunas de sus piezas y para el resto su pertenencia al siglo XX. Por entonces las elucubraciones sobre su origen parecen centrar todas las miradas y se presentan informes de claustros desaparecidos de pueblos y ciudades castellano leonesas. Primero se apunta a una indudable procedencia leonesa y, desde Salamanca, que es lo que nos interesa, se lanza al vuelo que podría haber pertenecido a uno de los conventos desaparecidos durante la Guerra de la Independencia.
Hace pocas semanas, en la televisión y en los periódicos nacionales, apareció una noticia que dejó a los salmantinos tan petrificados como los sillares del claustro: podría haber pertenecido a la Catedral Vieja de la ciudad charra. Para barajar tal hipótesis Gerardo Boto y otros especialistas esgrimen el estilo de las esculturas y relieves, el tipo de piedra de Villamayor, la numeración de los sillares con una grafía similar a la utilizada por el Archivo de la Catedral en el siglo XVIII, la utilización de un patrón de medida medieval aplicado al resto de la seo salmantina, su semejanza con otros elementos arquitectónicos y decorativos de la propia catedral y la coincidencia histórica, ya que el claustro fue desmontado tras haber quedado dañado en el terremoto de Lisboa de 1755, siendo desmontado en 1783 y conservado hasta fecha incierta en el claustro que posteriormente se edificó. ¿Podemos creernos que los miembros del Cabildo salmantino podrían haber tenido entonces cierta sensibilidad a la hora de decidir desmontarlo y no destruirlo, como se haría ahora mismo? ¿Quizá se miraron en sus antecesores del siglo XVI quienes decidieron respetar la catedral vieja junto a la nueva mientras esta última se levantaba?
Y también me pregunto; ¿qué pasó entre su desmontaje y su aparición en la Ciudad Lineal en 1931? Para esa cuestión, de momento, nadie puede aventurar una respuesta. ¿Fue vendido o expoliado? ¿En qué fecha? Si Engelhorn lo compró legalmente, ¿se les puede ahora reclamar a sus descendientes una devolución? Ahora mismo, siendo sus descendientes los dueños legítimos, podrían trasladarlo a donde quisieran o revenderlo.
Como todo tema que tenga que ver con Cataluña parece derivar a lo político, existen voces que claman venganza por los “papeles de Salamanca” y se ha formado una plataforma que aboga por la reintegración del claustro a la ciudad del Tormes sin que todavía los expertos hayan probado que realmente se trate del claustro desaparecido de la Seo Vieja. Incluso la Junta de Castilla y León ya ha lanzado la hipótesis de comprarlo siempre y cuando se demuestre su procedencia salmantina. La Generalitat, por su parte, sigue firme en sus posiciones de declararlo parte del siglo XII y parte del XX sin aportar datos nuevos y sin dejar que los expertos entren en masa a investigarlo.
¿Podría haber pertenecido a uno de los numerosos conventos destruidos durante la Guerra de Independencia? ¿O de algún cenobio desamortizado en el siglo XIX? La venta o expolio de bienes artísticos españoles proviene, en su mayoría, de conflictos bélicos, de la desamortización o proceso de venta de bienes eclesiásticos en el siglo XIX por parte del estado, de la rapiña de bienes rurales abandonados por desconocimiento de sus habitantes, del robo organizado o de la puesta en el mercado artístico por los propios miembros del clero. En todo caso no es extraño encontrar edificios enteros desmontados a finales del siglo XIX o principios del XX, trasladados a otro país, Estados Unidos, por ejemplo, y vueltos a montar. Luciendo ahora perfectos e inmaculados en edificios museísticos de diseño.
La partida de ajedrez aún no ha terminado. Prefiero que la decidan los investigadores en los ámbitos académicos y no los políticos desde sus despachos.
- Tu eres un ciudadano de esos
hace 3 horas 43 mins - Una persona con educación y
hace 3 horas 45 mins - Gracias por cambiar la
hace 6 horas 19 mins - Se acabó el chiringuito de
hace 16 horas 35 mins - Menos mal. Ya era hora que
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hace 1 día 24 mins - Los militantes del PSOE no
hace 1 día 6 horas - Sigues de coña? o que te
hace 1 día 20 horas - Y? En otras ocasiones
hace 2 días 2 horas
Todo lo que se comenta en este articulo referente al Claustro Románico instalado en Palamós,es cierto y según Gerardo Boto,durante una convención celebrada en Lisboa recientemente,ha confirmado,que el referido Claustro,pertenece a la Catedral Vieja de Salamanca,después de largo tiempo de trabajo hasta poder afirmarlo.
Según los datos aparecidos hasta el momento,el anticuario zamorano Ignacio Martínez,compró el claustro,al haber sido agraciado con un premio importante de la lotería en los treinta,y las piedras se trsladaron a un solar de la Ciudad Lineal de Madrid,propiedad de una marquesa,para ser restaurado,y la posterior venta al magnate alemán en su finca de Palamós.Por cierto,si algún erudito está interesado en saber algo más de este extraño caso,sería interesante que se investigue a través de un bejarano que también formó parte del entramado.Creo que actuó como intermediario con el anticuario citado.Su nombre no lo recuerdo,a pesar de haber indagado sobre su persona o familiares que aún vivan,pero lo que si les puedo asegurar,es que se trata del bejarano que donó el manto a la Virgen del Castañar,y que procedía de la nobleza española,puesto que él era experto en estos menesteres.Creo que merece la pena investigar sobre el caso,y que las autoridades de Castilla y León se impliquen de lleno en el tema.
El bejarano implicado la venta de este claustro fue Eutiquiano García Calles quien figura en el contrato de compraventa de 1958. Tuvo tienda de antigüedades en la Plaza Santa Ana de Madrid.
Años antes, en el verano de 1930, Eutiquiano García intentó comprar al ayuntamiento bejarano las 11 tablas medievales del retablo del Hospital de San Gil con el fin de especular con ellas. Para ello firmó un contrato con el alcalde de la ciudad, por aquel entonces Francisco Gómez Rodulfo, por el cual adquiría las tablas por un importe de 10mil pesetas. Afortunadamente, numerosos concejales vieron en esta transacción una pérdida irreparable del patrimonio histórico artístico por lo que se negaron a apoyar dicha venta. La votación quedó en 7 negativas frente a 4 concejales que apoyaron al alcalde en este oscuro negocio. Y es que la relación de muchos alcaldes de Béjar con respecto al patrimonio histórico artístico de la ciudad es más que cuestionable, por no decir que su falta de sensibilidad ha causado y sigue causando mucho daño al bien y la memoria común.
Vaya pajarraco el ilustre Bejarano
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